Amor mío, léete la historia despacito y con cariño. Quizá algún día te sea
útil.
Te quiero, te quiero casi desde el principio y te querré siempre
Tu niña, en algún rincón
La flor y el jardinero
Había una vez, no hace mucho tiempo un jardinero de cuyo nombre no puedo acordarme. Éste tenía un jardín sin flores, hasta que un día un amigo muy querido le regaló unas semillas para ver si alguna de ellas le daba fruto y el jardín dejaba de estar tan triste y vacío.
El jardinero raudo e ilusionado se dispuso a plantar las semillas, preparó el mejor lugar del jardín, el mejor abono y todos los días regaba sus semillas, a veces en exceso porque la emoción se apoderaba de él. Al cabo de un tiempo todos estos cuidados fueron dando lugar a unos tímidos y pequeños brotes que el jardinero cuidaba con esmero y sabiduría. No pasaba un sólo día sin que el jardinero admirada el fruto de sus cuidados, que poco a poco se iban convirtiendo en una rara pero hermosa flor.
Pasó el tiempo y el jardinero sin razón aparente comenzó a descuidar a su flor. Ésta trataba de llamar su atención, se dejaba caer un pétalo para ver si el jardinero se acercaba aunque fuera a recogerlo, pero nada, el jardinero estaba muy ocupado en otras cosas como para fijarse en aquella flor.
Un día la flor casi moribunda, sin apenas fuerzas y en un intento de salvar su vida habló al jardinero: -Jardinero, ¿qué pasa que no me riegas, no me abonas, no me cuidas?-
El jardinero le respondió que no se preocupara que él tenía el mejor abono, el mejor agua y las mejores vitaminas para ella, pero que en ese momento no se lo podía dar, que tuviera paciencia, que se lo daría todo, porque sólo le importaba ella, pero debía esperar.
La flor, muy triste, trato de sobrevivir sin todo aquello pero estaba tan débil que un día apenas soplo un ligero vientecillo y se la llevó.
A la mañana siguiente el jardinero no notó su ausencia, pero después de unos días se dio cuenta que su flor ya no estaba. Éste se puso muy triste y lloró, salió como loco a buscarla, pero ya nada había que hacer, la flor estaba muerta en algún rincón.
T.M.R.
lunes, 26 de febrero de 2007
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